miércoles, 2 de marzo de 2016

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lunes, 21 de febrero de 2011

El primer cuento fábula que escribí

LA TORTUGA VELOZ.

La tortuga en un principio era el animal más veloz, todos sus amigos le encargaban los asuntos más urgentes del bosque.

Un día la liebre le dijo:

-•- ¡Amiga!, alerta a todos, se aproxima un feroz incendio que proviene de los Montes del Norte.

La liebre temiendo por su piel, desapareció confundida y asustada.

La veloz tortuga pensando en el peligro que corrían sus compañeros, corrió sin parar, avisando a todos los animales que encontraba a su paso, se introdujo aun en los lugares más peligrosos, hasta que ya no pudo más.

El Dios del bosque, que había permitido el incendio para observar el comportamiento de cada uno, apareció en medio del monte y el fuego desapareció. Llamó a todos los animales y pregunto:

-•- ¿Dónde está la hermana tortuga?.

-•- Padre del bosque, aún no se ha recuperado del esfuerzo realizado a causa del fuego.

Respondió uno de sus compañeros.

-•- ¡Decidle que venga!.

Les dijo.

Un grupo de ellos fueron a avisarla, encontrándola adormecida bajo la sombra de un gran terrón de tierra y le dijeron:

-•- ¡Despierta tortuga veloz!, Padre del Bosque pregunta por ti.

-•- ¡Quiere verte el Dios del Monte!.

Al escuchar las palabras de sus amigos despertó reconfortada y alegre.

Corrieron donde estaban todos reunidos y exclamó:

-•- ¿Qué es lo que deseas Padre?.

-•- He observado tu comportamiento y quiero recompensarte. A partir de ahora tendrás reposo y paz, un hogar donde estés además, de la virtud de nadar como un pez para refrescar siempre tu sudor.

Desde entonces no tiene prisa ni corre ya la tortuga veloz.

Volvió a preguntar:

-•- ¿Y la hermana liebre?.

Al fondo una voz contestó:

-•- ¡Aquí estoy!. ¿Qué quieres de mí?.

-•- He visto tu forma de actuar y quiero darte lo que tu más deseas. Desde ahora serás más veloz, tendrás una bonita piel y una rica carne que no solo te gustará a ti, sino también a los demás.

De aquí que el hombre, el lobo, el águila y otros depredadores la persigan para alimentarse cuando tiene hambre y necesidad.


Otro de mis Cuentos Fábulas

EL ABUELO BUHO.

Era el tiempo en que las aves emigraban hacia otras tierras más cálidas, esforzándose por un nuevo hogar. Durante el viaje, paraban, ¡cómo no!, en los lugares más acogedores, aprovechando el momento para descansar y recuperar las fuerzas perdidas. Hablaban la cigüeña con el búho, el búho con la cigüeña, la cigüeña con la golondrina.

Un día el búho observó la lluvia y vio crecer el caudal del río y como se empapaba la tierra con sus gotas cristalinas, y se preguntó:

-. ¿Por qué lloverá hacia abajo?

No supo responderse, ni tampoco supo responderle ninguno de sus compañeros.

Voló y voló hacia las blancas nubecillas, intentando encontrar una solución.

-. ¿Por qué será?.

Se volvió a preguntar.

Al cabo del tiempo lo comprendió:

Porque... la tierra no es el cielo.

Y exclamó con gran satisfacción:

-. ¡Si llueve hacia abajo es... porque es más bonito y mejor!.

Más tarde sus compañeros le invitarón a continuar el viaje, pero él les respondió:

-.Queridos amigos, continuad sin mí; he decidido vivir aquí.

Desde entonces, eligió un hogar fijo y comenzó a investigar la sabiduría de la Madre Naturaleza.

Todos los años, cuando llegaba la época de emigrar, era visitado por sus compañeros y le preguntaban sobre tal o sobre cual.

Un año al pasar las golondrinas, dijo una de ellas:

-. ¡Eh compañeras, bajemos a ver al abuelo búho!..

Algunas respondieron:

-. ¡Hace buen tiempo y lo podríamos aprovechar!.

Otras contestaron:

-. ¡Sí, bajemos y así también podremos descansar!.

Cuando el búho las vio, se alegró y se puso muy contento. Lo dejó todo y las abrazó con sus fuertes y plumadas alas.

Más tarde, la golondrina mayor le comentó:

-. El otro día cuando pasé por la Sierra del Norte, vi a siete perros cazadores y a dos jabalíes; éstos entre los matorrales, y le dijo uno al otro:

-. ¡Calla!, son los perros cazadores.

Pensó rápidamente y le volvió a susurrar:

-. ¡Escucha!, cuando yo salga corriendo, tú esperas un momento y cuando vayan tras de mí, tu corres en otra dirección .

Así lo hicieron. Los perros cazadores al ver al primer jabalí, salieron todos tras de él, tropezaron entre si y cayeron lastimándose contra las piedras, ramas secas y una casual lata de sardinas.

Más tarde se volvieron a encontrar los dos amigos, disfrutando de un suculento y sabroso festín de tiernas bellotas.

-. No comprendo como pudieron huir, entre tanto perro audaz.

Dijo la golondrina.

El búho la miró con una mirada limpia y sencilla y le dijo:

-. De ahí puedes deducir, que la multitud aveces puede confundir y que un buen compañero, siempre es una gran ayuda en los momentos difíciles.

La negra golondrina quedó pensativa y en silencio. Para más tarde responder:

-. ¡Entiendo!.

A la mañana siguiente se despidieron todas las pequeñas golondrinas y continuaron el camino que aún les quedaba por recorrer.

Unas semanas después aparecieron las cigüeñas como puntos en el cielo azul. La más pequeña sonrió y dijo:

-. ¡Eh amigas!, hagamos una visita a nuestro buen amigo, me gustaría hablar con él.

Hicieron el correspondiente y amistoso saludo y más tarde comenzaron a conversar.

La pequeña cigüeñilla volviendo a sonreír, le dijo al sabio amigo:

-. La otra noche cuando pasábamos por el Mar de Rocoterra, vi una estrella que se encendía y apagaba. ¿Sabrías decirme por qué?.

El le respondió:

-. En el Universo hay muchos astros que nos vigilan, son como ojos de nuestro Creador. Algunos coquetos y juguetones van guiñando el ojo para provocar nuestro corazón, y miremos las grandezas que nos ha regalado el buen Dios.

La cigüeña miró cálidamente, guiñó sus pequeños ojos y se despidió al igual que las demás.
A la mañana siguiente reanudaron su viaje sin pereza y sosegadas, pero la pequeña cigüeña sin saber por qué razón, viajaba más feliz y veloz.

Y así, pasaba el tiempo día tras día. El paciente búho continuaba con sus estudios sobre el hermoso y frondoso bosque.

Para finalizar me dijo a mí:

-. Si en algún momento tienes un problema que no le encuentras solución, piensa en mí. Coméntaselo a alguno de mis amiguitos, la mariposa, el gorrión, el ruiseñor o a cualquier otro y pronto tendrás contestación. Seguro que te sentirás mucho mejor.

Más tarde, con los ojos cansados y aleando cariñosamente se despidió diciendo:

-.¡ Que seas feliz!.

Pero recordad si todos fueramos felices, pobrecillas las perdices.


jueves, 20 de enero de 2011

A donde vá el Imperio que un día fue España o Hispania

Al final

Pronombre indeterminado

................... Singular ... Plural
Masculino .......... uno ... unos
Femenino ........... una ... unas
Será.................... un@... un@s

Menos vocabulario menos menos menos ......... de to. pa que de todo o pa que de na, nada será del verbo nadar y después Dios dirá. A donde vá el imperio que un día fué España o Hispania. Quizás pase como con los Tartessos: que fue el nombre por el que los griegos conocían a la primera civilización de Occidente, se desarrolló supuestamente en el triángulo formado por las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, en la costa suroeste de la península Ibérica.. Y ahora ésta civillización la conocen poco más que los historiadores.

miércoles, 12 de enero de 2011

Uno de mis Cuentos Fábulas

LOS PECECILLOS TRAVIESOS.

En todos los mares y océanos, hace mucho, mucho tiempo existían unos pececillos llamados Zoris.

Eran muy traviesos y quisquillosos, siempre estaban molestando a todo el que se encontraba a su alrededor.

Un día el Zoris Amazul, llamado así por su color amarillo y azul, se encontró con un corpulento pez espada llamado Espadón y le preguntó:

• ¿Dónde esta espadìn?.

Él le respondió:

Jugando con su primo Martillín.

¡Imposible!, Martillín está con su padre cortando algas para el invierno. ¿No estará en la playa de las esponjas?.

• ¡Creo que si!. ¿Por qué?.

Porque el pez del tiempo aseguró, que por esa zona habrá fuertes corrientes submarinas.

Espadón nervioso y asustado aleteó con todas sus fuerzas en busca de su pequeñín.

Mientras, Amazul reía sin cesar.

Cuando Espadón llegó a la playa vio que todo estaba normal hacía un tiempo fenomenal. Y dijo:

• ¡Estoy confundido, los pimientos me parecen pepinillos!.

Recordó que Amazul, era uno de los más traviesos y mentirosos Zoris.

El Dios de todas las aguas, a petición de todos los animales del océano y el mar, los reunió para hablar con ellos. Y les Dijo:

• Pequeños Zoris, todos vuestros compañeros se quejan de vuestra conducta traviesa.

Deberíais comportaros mejor.

Paso el tiempo, pero no hicieron caso al consejo, continuando con sus pesadas y molestas bromas.

Otro día el Zoris Grisnarán, llamado así por su color gris y naranja como os podéis imaginar, puso un hierro al azul vivo. Cualquiera que tocaba un hierro así, se tiraba los menos quince minutos dando tiritones; y convenció al tiburón para... :

• ¡Eh! Amigo. ¿Podrías alcanzarme ese hierro?. Es el último que me queda para terminar la ventana de mi cuevecilla.

• ¡Si!, ¿cómo no, pequeñín?.

Le respondio complaciente el tiburón.

Al tocarlo, se puso blanco como el hielo y se marchó murmurando enfadado:

• ¡Estoy harto de estos Zoris, hacen que las olas las vea de colores!.

Los compañeros se volvieron a quejar suplicando de nuevo:

• ¡Por favor soluciona ya tan molesta pesadilla!.

Dios volvió a escuchar sus suplicas y los volvió a reunir, pero esta vez enfadado y de mal humor:

• ¡Mirad y escuchad!.


Exclamó:

• Cuando levante la mano, que cada uno nade al lugar que más le guste.
Así lo hicieron, creyendo que de un juego se trataba, y una vez que estaban todos en su sitio preferido, se convirtieron en unos animalillos que apenas se podían mover.

Vivieron así siglos y siglos. En todo este tiempo sólo pensaban en como podrían de nuevo hacerse notar. Se las ingeniaron para conseguir convertir sus transparentes y coloridas escamas en afiladas púas, como si de pelos se tratara.

Cuando se acercaba cualquier ser a ellos, les pinchaban se reían, le hacían burla y alguna que otra rabieta. Incluso una vez se atrevieron a pinchar al mismo Dios, que en su enojo los hizo comestibles para algunos seres del mar.

Así aparecieron los hoy conocidos erizos de mar.

En la orilla un pelícano de aspecto tranquilo y bonachón, susurró al son de las olas y las hojas de un viejo árbol:

• Que fastidio, los Zoris lo ricos que eran de comer y ahora estos negros erizos no hay quién los pueda roer.

martes, 11 de enero de 2011

Opinión sobre la España actual

Habría que hacer una nueva Revolución Española con la armas de este tiempo, todas la personas que tubieran un sueldo mayor de 5000 a 6000 Euros al més, pagados por los impuestos del pueblo (exceptuando profesionales como Médicos, Jueces, Fiscales y otros que tubieran su sueldo bien reconocido), no cortarle la cabeza como en La Revolución Francesa, pero si investigar hasta la última propiedad que tubieran y si se encontrara alguna irregularidad, que de nuevo volvieran todas las propiedades conseguidas de un modo injusto o deshonrrado a las arcas de los Españoles y como todo ladrón a la prisión.

Cuando se les tocara el bolsillo y no tubieran ocasión de enrriquecerse con la política, seguro que tendriamos políticos más honrrados y los políticos serían por vocación, y no por manutención.




Un Saludo de danrro.